Ejercicios de cocina

viernes, 12 de febrero de 2010
Estaba hace unos momentos limpiando la cocina y mientras lo hacía me entretenía en uno de esos ejercicios mentales de pensar en cosas que hiciste o cosas que dirías en una hipotética conversación. Pues sin saber cómo acabé pensando en una vez, allá hacia Noviembre de 2003, en la que yo tenía un asunto entre manos y decidí que ya estaba bien, que no quería más de ese asunto, eso creo que fue un jueves, el sábado por la noche ya sabía de sobra que me había equivocado, intenté dar marcha atrás y en teoría eso fue lo que pasó, pero el daño ya estaba hecho la primera piedra del fin ya estaba puesta.

Pienso ahora que mi nivel de falta de valoración y aprecio eran monstruosos. Afortunadamente más tarde aprendí a valorar, después de volver a equivocarme; demasiado tarde.

Las lágrimas que provoqué en aquella ocasión justificarían de sobra toda la penitencia posterior, aunque creo que hice más meritos aún para ser penitente.

Me gusta la penitencia. "Por estar en cualquier parte, salvo aquí, fui un turista de la belleza" y en este punto es en donde llego a lo que venía contaros y para lo cual os he soltado todo esto, terminé mientras limpiaba la cocina con el sentimiento perfecto de que por seguir un camino o una idea y no saber valorar lo que tiene entre las manos acaba uno por perderlo para siempre, y entonces lo echas de menos, lo eché de menos en la cocina y me sentí muy culpable. Podría buscar excusas, pero me gusta la culpa.


Ya está, sea lo que sea lo que venía a explicaros y lo que os expliqué. Os dejo de cara al fin de semana, si es que hay alguien al otro lado de la pantalla, y podeis empezarlo pensando que vida sólo hay una y que todo lo que hayais perdido ya nunca volverá, pensad en todo lo que habeis perdido, en todo lo que de verdad quisiteis y ya no teneis y pensad después que ya nunca lo tendreis, y nunca es nunca. Morireis y no habrá más ocasión que la que ya está perdida.
Bueno, mejor no lo penseis.

0 comentarios:

Free counter and web stats