Afuera aún arden las hogeras, en las playas, en las plazas, en algunos descampados... la gente se arremolina alrededor bebiendo, hablando, bailando algunos, llevándose consigo el aroma del humo.
Cuántas personas volarán sobre el fuego esta noche con la esperanza de alejar la mala suerte, cuántas quemarán en las llamas sus papeles con deseos escritos; cuántas saltarán sólo por tradición, por divertimento o porque simplemente les da la gana...
El verano ha comenzado, ya lo había hecho hace un par de días, pero ahora está de verdad inaugurado. Hacía frío esta noche, creo que el verano ha teminado.
¿Qué es lo que hace que un hombre se levante cada mañana, que camine un día más? La respuesta es sencilla: La esperanza. La esperanza de que en los días que vengan las cosas sean distintas, que haya algo que te pueda emocionar otra vez como la primera vez.
Las aglomeraciones de gente siempre me llevan a la cara contraria de la alegría, siempre acabo mirando a la masa pensando en qué es lo que les motiva, que es lo que sostiene sus vidas y cuál será la dirección de sus palabras y cuál el sentido de sus pensamientos.
Podría recordar noches de San Juan pasadas, algunas que realmente llegaron a rozar la magia, pero hoy no lo haré, no porque aquellos recuerdos no se merezcan todo el respeto y la veneración que yo pudiera darles, se lo merecen todo; hoy voy a quedarme con el frío de esta noche gallega y con el aroma del humo pegado en mi piel, así, sin mirar fotografías en mi mente porque todo lo de atrás se está poniendo en blanco y negro y todo lo de ahora me da miedo que se ponga definitivamente de algún color que acabe por inundarme los ojos y mancharme los dedos de las manos.
Mañana será otro día y yo aún acertaré a salir de la cama, cantaré canciones tristes como si fuera la última vez y quizá hasta piense de una forma distinta a la de esta noche de San Juan.
El verano ha comenzado, ya lo había hecho hace un par de días, pero ahora está de verdad inaugurado. Hacía frío esta noche, creo que el verano ha teminado.
¿Qué es lo que hace que un hombre se levante cada mañana, que camine un día más? La respuesta es sencilla: La esperanza. La esperanza de que en los días que vengan las cosas sean distintas, que haya algo que te pueda emocionar otra vez como la primera vez.
Las aglomeraciones de gente siempre me llevan a la cara contraria de la alegría, siempre acabo mirando a la masa pensando en qué es lo que les motiva, que es lo que sostiene sus vidas y cuál será la dirección de sus palabras y cuál el sentido de sus pensamientos.
Podría recordar noches de San Juan pasadas, algunas que realmente llegaron a rozar la magia, pero hoy no lo haré, no porque aquellos recuerdos no se merezcan todo el respeto y la veneración que yo pudiera darles, se lo merecen todo; hoy voy a quedarme con el frío de esta noche gallega y con el aroma del humo pegado en mi piel, así, sin mirar fotografías en mi mente porque todo lo de atrás se está poniendo en blanco y negro y todo lo de ahora me da miedo que se ponga definitivamente de algún color que acabe por inundarme los ojos y mancharme los dedos de las manos.
Mañana será otro día y yo aún acertaré a salir de la cama, cantaré canciones tristes como si fuera la última vez y quizá hasta piense de una forma distinta a la de esta noche de San Juan.
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