Faltan unas cuantas horas para que empiece el verano.
Hace algunas semanas hablaba de las fluctuaciones en el estado de ánimo que uno podía sufrir por cambios diminutos en el entorno, por pequeñas vibraciones en el aire.
También yo elucubraba, en algún lugar, sobre invadir Polonia, sobre no atacar Rusia en el invierno, acerca de dibujar mapas ,de estudiarlos con mucho detenimiento y depués lanzarme con determinación, no a la carrera, pero sí son fuerza e intensidad. Pensaba sobre gritarme a mí mismo "Adelante Bonaparte".
Todo ello necesita tiempo y paciencia. Yo he tenido muchísima paciencia para ciertas cosas, me daban igual las semanas, los meses e incluso los años, tenía la determinación de que esperar pacientemente para conquistar el continente era la estrategia perfecta para mí. Nunca lo fue, quizá no fue cuestión del tiempo sino de las armas, pero el tiempo como poco no le hizo ningún bien a mis armas, se oxidaron, perdieron toda la belleza que alguna vez pudieran tener.
Es curioso escuchar en los tiempos en los que estamos a gente casi siempre proclive a los ataques relámpago que no hay prisa, que hay que acumular efectivos y atacar en el momento adecuado, que no tengo motivos para la impaciencia...
...pero yo me impaciento, ya no tengo toda la vida, quiero cosas y las quiero ahora, aquí, ya.
Ahora me doy cuenta de una cosa: de que tengo prisa. Eso sin duda condicionará mis planes, ¿cómo? Pues haciendo que mis planes ahora tengan un cambio radical, ahora consistirán en esperar, pero con la incómoda sensación de que el tiempo se escapa. Vamos, que será esperar como siempre pero ahora con impaciencia.
Para el comienzo de verano faltan unas horas, y el final llegará casi sin darnos cuenta ¿y en medio? La espera.
Hace algunas semanas hablaba de las fluctuaciones en el estado de ánimo que uno podía sufrir por cambios diminutos en el entorno, por pequeñas vibraciones en el aire.
También yo elucubraba, en algún lugar, sobre invadir Polonia, sobre no atacar Rusia en el invierno, acerca de dibujar mapas ,de estudiarlos con mucho detenimiento y depués lanzarme con determinación, no a la carrera, pero sí son fuerza e intensidad. Pensaba sobre gritarme a mí mismo "Adelante Bonaparte".
Todo ello necesita tiempo y paciencia. Yo he tenido muchísima paciencia para ciertas cosas, me daban igual las semanas, los meses e incluso los años, tenía la determinación de que esperar pacientemente para conquistar el continente era la estrategia perfecta para mí. Nunca lo fue, quizá no fue cuestión del tiempo sino de las armas, pero el tiempo como poco no le hizo ningún bien a mis armas, se oxidaron, perdieron toda la belleza que alguna vez pudieran tener.
Es curioso escuchar en los tiempos en los que estamos a gente casi siempre proclive a los ataques relámpago que no hay prisa, que hay que acumular efectivos y atacar en el momento adecuado, que no tengo motivos para la impaciencia...
...pero yo me impaciento, ya no tengo toda la vida, quiero cosas y las quiero ahora, aquí, ya.
Ahora me doy cuenta de una cosa: de que tengo prisa. Eso sin duda condicionará mis planes, ¿cómo? Pues haciendo que mis planes ahora tengan un cambio radical, ahora consistirán en esperar, pero con la incómoda sensación de que el tiempo se escapa. Vamos, que será esperar como siempre pero ahora con impaciencia.
Para el comienzo de verano faltan unas horas, y el final llegará casi sin darnos cuenta ¿y en medio? La espera.
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