30 años de altura latiendo en las yemas de los dedos

jueves, 23 de diciembre de 2010
Siento 30 años de altura latiendo en las yemas de los dedos en estos días oscuros que son los del invierno, en estos días de luces de colores en las calles que es la navidad.

No recuerdo ni un segundo menos de todo lo que puedo recordar y no olvido nada de lo que quiero olvidar. Todavía aquí, igual que hace diez años, con mano cruzada sobre mano mirando las escenas del teatro.

La gente hace balance de final de año, valoran lo que han ganado, lo que han perdido, cómo han cambiado sus vidas, quizá hasta piensen en lo que han aprendido. A mí me gusta leer noticias, pensar que he desaprendido una forma de teclear palabras en el teclado y casi sé empezar a usar una mejor.

Me gustan las noches largas de estos días porque la noche siempre difumina los límites de la realidad, me gustan las noches en las que hai luna. Lo curioso es que no soporto que se haga de noche temprano.

Adoro los viajes a las islas, serpentenando con el coche por carreteras imposibles, ver desde el calor de una terraza las luces de navidad; los viajes que te llevan lejos de casa y las veces que estando en ella parece que no hubiese más universo que la habitación en la que te encuentras; la postales en las que uno cae a veces sin casi darse cuenta; las conversaciones con peso y sabor; los cientos y cientos de canciones que quedarán como la banda sonora de nuestra vida.

Algunas de estas cosas habrá habido este año, algunas más en los 29 anteriores.

1 comentarios:

Jarttita. dijo...

El título del post es inmejorable.

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