Ha pasado mucho tiempo desde que escribí llorando la partida de Tito, desde entontes muchas más cosas han cambiado, él por supuesto no ha regresado, aunque cada noche que me acuesto en aquella cama en la que dormimos tantas veces me acuerdo de él, y me acuerdo de tantas otras cosas, de tantas otras vidas, que me parece que llevara aquí más tiempo del necesario.
Hace un rato me sorprendí leyendo un email que escribí allá por 2006 y que ocupaba 10 páginas, no encontré por ningún rincón de mi casa a la persona que lo había escrito, tampoco sé si me hubiera gustando encontrarmela.
Y así en noches como esta me acuerdo de Fátima, recito sus palabras inacabadas y espero a que llegue el día y borre cada partícula de la magia que han ido dejando las horas de noche.
Fátima, Santiago está borracho
tómate otra última copa
y olvida aquel baile
con sus manos subiendo tu falda
Fátima, el día se ha hecho largo,
vete a la cama y duerme un rato
hoy ha sido como ayer
y mañana, igual que hoy, no será nada.
Fátima odia a todo el mundo;
desprecia a los hombres
que calientan sus noches,
que se vacían dentro de ella
y luego se marchan antes de mañana.
Fátima odia estar sola,
pero no quiere estar con nadie.
Recorre las calles y detesta
no conocer a ninguna de las caras
que la miran al cruzarse.
Fátima, es hora de marcharse,
recoge tus noches y tus recuerdos,
ponte un abrigo grueso
porque afuera hace tanto frío como dentro.
Fátima, Santiago se está muriendo,
toma el último tren
y abandona esta ciudad
que ya no te quiere.
0 comentarios:
Publicar un comentario