Como termina todo I

viernes, 30 de abril de 2010
No han sonado campanas ni el timbre de mi puerta.

Así que de esta manera es como termina todo, termina con silencio. No importa, sigues siendo tan adorable como siempre, más incluso. Más que cuando me querías a pesar de que yo era alguien difícil de querer. Tú eres tan adorable y yo estoy tan frío.

Recuerdo que una vez hicimos el amor y después nos quedamos dormidos. Yo me desperté más tarde y en la oscuridad te acaricié y penetré mientras dormías. Te despertaste sorprendida y excitada, te gustó, lo disfrutaste, creo. Supongo que aquello fue el mejor regalo que te hice, bueno también te amé un poco, más de lo que nadie halla pensado, pero eso supongo que poco importa frente a lo demás.

Así es como termina todo, con silencio. La vida nos va diluyendo de las mentes que nos podrían hacer eternos, y sin nadie que nos recuerde con cariño y amor sólo somos animales alimentándonos de carne y momentos calientes, llenando nuestras bocas de saliva y aire, uniendo nuestros cuerpos a otros cuerpos en momentos de insoportable tristeza.
Han pasado muchos años y nunca pensé durar tanto como para que mis músculos se empezaran a hacer de piedra, el olvido siempre me ha ido ganando terreno. Supe desde el principio que no llegaría a ver la eternidad.
Tú ya eres eterna en mi mente; sigues tan adorable como siempre, yo estoy un poco más frío.

Así es como termina todo: con silencio.

La nieve bajo el sol

martes, 27 de abril de 2010
Es sabido y más que sabido que la primavera es la época en la que vuelve el calor, en la que despierta la vida y todo cobra de nuevo movimiento.

Pero en ciertas circunstancias que incluyen un bonito día, una leve brisa o un poco de viento, y un cerezo en flor de buen tamaño, o mejor varios, podrás ver como los pétalos de las flores se desprenden y caen suavemente como copos de nieve, llegando incluso a tender un leve manto blanco sobre el suelo. Es la nieve bajo el sol, sin frío, una métafora natural con casi todos los aspectos buenos que tien el nevar; la calma y la livianidad de los copos y de la vida al caer.

En el valle del Jerte seguramente les parecerá una obviedad.



Panorámicas desde los aviones

lunes, 12 de abril de 2010
No he hecho muchos viajes en avión yo, en realidad ni he sido mucho de viajar. Hay gente que se desvive por viajar; yo durante muchos años no sentí ninguna inclinación a hacerlo. Hoy en día la idea de viajar me atrae mucho más, incluso una vez metido en ello no siento especial nostalgia por volver, como si no hubiera nada a que regresar.

Alguna vez ya comenté que los aviones me parecen unos instrumentos del diablo, incómodos, ruidosos, fráfiles, inseguros... no me gustan nada los aviones, pero me encanta volar, me encanta mirar las cosas desde lo alto y conservar en la memoria esas inmensas imagenes panorámicas.
La costa británica recortada contra en mar, casi como si fuera un mapa, llegando por primera vez a Londres; la inmensa playa de Bournemouth y el puerto de Christchurch cerca de Southampton regresando de Londres en un mes de Octubre; las luces de la península dibujando calles y barrios en los pueblos y grandes ciudades cruzando de Santiago hasta Barcelona para llegar sobrevolando la ciudad condal y girar sobre el mar para verla dibujada con sus luces naranja; ascender desde el sur de Tenerife, ver un anillo de nubes alrededor del Teide a más de mil metros de altura y por encima alzarse la montaña coloreada por el sol de la mañana; pasar sobre Santa Cruz y verlo todo como en un mapa, las calles, los parques, el puerto; ir sobre el mar y ver los grandes cargeros pequeñitos desde la altura, dejando una larga estela detrás, rodeados sólo de agua; surcar mares de nubes, rozándolas, pensando que uno podría alargar la mano y tocarlas, así gustositas, teñidas de ocaso cuando el sol se pone a miles de metros de altura; cruzar Londres de este a oeste camino de Heathrow, haciendo un tour por los emblemas de la ciudad, el puente de la torre, el ojo, el parlamento, el Hyde Park y los Kensington Garden, los barrios, el Tamesis, Londres; ver la costa y Coruñe entre nubes de vuelta a casa, las nubes que aquí son tan habituales y hacen que parezca que el cielo es de cemento.

Siempre me ha gustado ver las cosas desde las alturas. Me gustaría poder volar e irme sobrevolando tierras y mares, ciudades y gente, caminando sobre el mar de nubes.

Isabella por favor, entiéndeme, las noches como la de ayer pueden durar en mí toda una vida. Isabella por favor, déjame caer como el agua que empapa tu cabeza*



*De la letra de "Naoko" de McEnroe
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