Hace ya varios años, allá hacia el comienzo de la primavera de 2009, unos amigos me decían que mis canciones solían ser demasiado tristes. Yo intenté explicarles que por lo general las canciones que buscan la intensidad siempre tienen un toque triste, nostálgico y oscuro.
Supongo que la circunstancia de la tristeza en las canciones se produce porque cuando alguien se siente movido a escribir una canción, normalmente, es para tratar algún asunto con conflicto, para reflejar algo que inquieta el alma. Escribir una canción feliz me parece bastante complicado, escribir una canción alegre que no transluzca en ningún momento un deje de nostalgia o de oscuridad, y que esta canción sea buena, me parece una labor titánicas. Seguramente por eso hay tan pocas canciones alegres realmente buenas.
Ante la conversación con estos amigos y el tema de la alegría y la tristeza le insté a que hiciesen una letra alegre. Inesperadamente unos días después de la conversación me dieron un folio con unos cuantos versos; no había una estructura clara, ni una historia bien montada, pero sin duda había un planteamiento y unas buenas frases. La idea era la de alguien que recordaba un pasado que ya se había perdido mientras miraba un cuadro, se lamentaba de que ya no podía volver atrás y que ya nada de su vida actual se relacionaba con su vida pasada, que sólo le quedaba un futuro vacío.
Con toda claridad de aquellos versos no se podía hacer una canción alegre.
A partir de aquellos versos creé una estructura y monté una historia conductora. Aproveché la mayoría de los versos con algunas modificaciones para que entraran en la melodía y en la historia y añadí otros; algunos de los versos que me pasaron quedaron prácticamente como estaban porque eran muy buenos, el estribillo es casi textual y el puente también.
Lo irónico es que una letra de este estilo, hecha como fue hecha, sea aplicable a los que la hicimos. Supongo que es una muestra más de la magia de las canciones.
En siguiente enlace se puede descargar la canción: